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Guía de Soluciones de Salud (Blog)
San José, Costa Rica. Abril 2020.
Las vacunas han sido un tesoro que los científicos le han regalado a la humanidad. Quiero invitarlos a remontarnos a la conquista de América, allá hacia finales del siglo XV e inicios del XVI para contarles que la esperanza de vida en Europa era de entre 30-40 años y si regresamos a nuestra actualidad, es de alrededor de los 80 años (unos más otros menos).
Ahora bien, cualquier ser humano racional se preguntará por qué el Homo sapiens ha hecho realidad ese milagro. Si seguimos leyendo esta reflexión juntos, encontraremos la(s) respuesta(s).
Desde la plaga en Atenas, en el 430 a. C., hasta COVID-19 han existido más de veinte epidemias y pandemias, las cuales han azotado a la humanidad; dentro de ellas, cuatro han sido de las más terribles: la peste negra, la viruela, la gripe española y el VIH.
En el siglo XXI, hemos tenido también SARS en el sudeste asiático, el ébola en África, MERS en el Medio Oriente, Influenza H1N1, esta última contagió entre 700-1400 millones de seres humanos en el mundo y murieron entre 150-575 mil personas. Asimismo, durante este siglo hemos tenido dengue, zika, chikungunya, etc.
La última pandemia que ha azotado al mundo es el coronavirus (COVID-19) que se inició en Wuhan, China, y en estos momentos se encuentra presente en los cinco continentes, poniendo en jaque al mundo en la salud, lo social, lo político y lo económico, llevándonos a una recesión mundial. Al parecer, será más grave que la de 1929, a no ser que pronto se encuentre el tratamiento adecuado y las vacunas para su control.
Vacuna: preparación que ayuda al organismo a generar inmunidad frente a una enfermedad, pues, una vez aplicado o inoculado en el cuerpo, estimula la producción de anticuerpos (defensas del organismo) que luego lo defenderán de futuras infecciones, porque el cuerpo desarrolla una memoria inmune.
En 1976, Edward Jenner inició lo que hoy es la vacuna contra la viruela con excelente resultado, al extremo de que la última víctima fatal fue en 1978 y, actualmente, ya nadie habla de tal enfermedad.
Otra vacuna de gran trascendencia ha sido la BCG (Bacilus Calmetthe Guarin), esta nos protege contra la tuberculosis, enfermedad que ha matado millones de personas en el mundo. Se utilizó por primera vez en 1921; sin embargo, todavía está presente en pueblos muy pobres y acinados.
En este momento, la humanidad cuenta con un arsenal de vacunas para múltiples enfermedades infecciosas como difteria, tétanos, tosferina, sarampión, polio, rubeola, hepatitis, varicela, influenza, neumococos, etc.
Actualmente, muchos científicos del mundo están preparando vacunas contra el coronavirus (COVID-19) muy prometedoras para hacerle frente a esa pandemia terrible que tiene en jaque a la humanidad.
No creamos que las vacunas nos resuelven todos los problemas de enfermedades infecciosas, también son muy importantes la higiene, educación, ejercicios, medicamentos, buenos sistemas de salud, etc. No obstante, las vacunas han jugado un papel transcendental en esta lucha permanente del ser humano.
Por otro lado, hay un sinfín de vacunas que los humanos deberíamos aplicarnos para luchar contra la avaricia, materialismo, estulticia (ignorancia y estupidez), drogadicción, fanatismo, guerras, agresión a la naturaleza, hedonismo, endiosamiento del hombre, etc.
También, deberíamos tomar fuertes dosis de amor, solidaridad, espiritualidad, educación, laboriosidad, respeto al semejante, a la flora y fauna.
Por último, me cuestiono¿no será que, al estar jugando al Homo Deus, nos estén pasando la factura? ¿No será que nos hemos creído que de verdad dominamos el mundo con la nanotecnología, la robótica, la biología molecular y la inteligencia artificial?
¿No será que la naturaleza nos dice: “aprétenme el cuello, pero no me asfixien”, y se ha sacudido mandándonos este tal coronavirus para darnos un “estate quieto” mientras ella respira y se acomoda mejor?
Ahora, mientras los líderes mundiales se ponen de acuerdo para ver por dónde tenemos que ir saliendo de esta catástrofe mundial, todos guardados en casa y con las manos lavaditas, haciendo caso a las autoridades terrenales, dirijámonos al ser superior y digámosle que, como jalón de oreja, ya está bien y que nos dé otra oportunidad; pues las vacunas, aunque en otras epidemias y pandemias han sido muy eficientes, casi milagrosas. Para el coronavirus (COVID-19) todavía no la tenemos. Entonces, mientras los científicos del planeta Tierra dan con esa tal vacuna, que nos dé una vacuna divina conocida como “Cov-Di” (vacuna divina).
Recordemos que, en 1856 (durante la guerra contra los filibusteros), no fueron las armas bélicas de los invasores las que más costarricenses mataron, sino una bacteria asesina (el cólera) que causó la muerte al 10 % de la población (en esa época, la población nacional era de entre 100-120 mil habitantes). Si eso sucediera el día de hoy, correspondería a 500-550 mil personas. ¡Se imagina qué tragedia! Sin embargo, aquella gente humilde logró levantarse, llorando sus muertos, pero con hidalguía y fe en un ser superior.
Hoy, ante esta pandemia, no sabemos cuántos nos enfermaremos ni cuántos moriremos. Ante tal panorama, tan sombrío, no nos queda más que unirnos, ser inteligentes, obedientes, visionarios y espirituales, y estar dispuestos a hacer lo que tengamos que hacer. Si tenemos que entrar en cuarentena, pues entramos.
Vamos con fe y esperanza a vencer al enemigo. Vamos unidos en un haz de corazones a la victoria. Ni un paso atrás. Adelante, siempre adelante.
“A Dios rogando y con el mazo dando”.
Dr. Solón Chavarría Aguilar
Desde la cuarentena, marzo 2020